Tibaduiza Rodríguez, Oscar
CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE
ESPACIO GEOGRÁFICO EN EL ESTUDIO Y ENSEÑANZA
DE LA GEOGRAFÍA
Geoenseñanza, vol. 13, núm. 1,
enero-junio, 2008, pp. 19-30
Universidad de los AndesSan Cristobal, Venezuela
1. Introducción.
El siguiente artículo presenta las posibilidades
y pertinencia de la construcción de conceptos espaciales en la enseñanza de la
geografía en la educación básica y media, a partir del estudio del hombre como
ser social dinamizador y transformador del espacio con arreglo a sus
necesidades e intereses. En este sentido se privilegia la construcción del
concepto de espacio geográfico, entendido éste como el conjunto de estructuras
espaciales y las relaciones entre ellas, que ocurren en la superficie de la
tierra como objeto de la acción, la dotación de sentido y la interpretación de
los seres humanos lo que asume hoy una importancia fundamental, por cuanto la
naturaleza se transforma productivamente.
2. La geografía humanística en el rescate del
lugar y del espacio.
En la década del setenta del siglo XX se comenzó
a difundir la denominación de geografía humanística, para calificar aquellas
ideas que algunos geógrafos anglosajones consideraban, una nueva manera de
hacer y de entender la disciplina geográfica. Es entonces a partir de trabajos
pioneros como el de Yi-fu Tuan en 1976 y el de Ley D, y Samuels M, en 1978, que
este enfoque geográfico ha venido desarrollando su propio contenido temático y
metodológico (Franco, 1997).
Para Delgado, filósofos como Marcel, Sartre o
Merleau Ponty: “dan gran importancia al cuerpo como medio de
participación humana en el mundo cotidiano de donde se deriva la importancia de
su localización espacial como cuerpo que lo ocupa, y de su posición en relación
con otros cuerpos. Esta participación en el espacio como cuerpos concretos
implica la
necesidad inherente a la existencia de organizar
el espacio en términos de la propia existencia y del cuerpo mismo como medida y
referencia de todas las cosa” (Delgado, 2003:104).
La segunda mitad del siglo XX se caracteriza a
nivel de la ciencia y de las diferentes corrientes de pensamiento, por el
retorno al hombre y su compleja existencia, por la preocupación de sus
comportamientos y su intervención como ser existente en la proximidad de todo
cuanto le rodea. En este sentido el interés por la valoración del entorno, así
como la percepción e imágenes que de él construyen los sujetos individuales y
sociales, han sido estudiados desde distintas perspectivas disciplinarias y
epistemológicas. Dichas perspectivas están referidas a corrientes neomarxistas,
humanistas radicales, fenomenológicas y existencialistas.
Perspectivas
que, dentro de la geografía, buscan examinar la construcción "imaginaria"
de la realidad, el lugar, la región, como instancias de relación entre el medio
y los individuos en la vida cotidiana.
El estudio del espacio ha irrumpido con fuerza en el campo
de la academia y de la investigación a tal punto que desde diferentes
disciplinas se han incorporado pensadores interesados en la relación del hombre
con su medio y cómo a partir de la interrelación de estructuras espaciales se
configuran y reacomodan las diversas dimensiones del hombre en cuanto ser
social que dinamiza y transforma su espacio.
http://www.redalyc.org/pdf/360/36014579003.pdf
3. La subjetividad en el estudio del hombre como ser modelador y transformador dinámico del espacio.
Precisamente, esa pluri-dimensionalidad que caracteriza al
ser humano, es lo que ha permitido que el campo de acción de la geografía
igualmente se pluralice retroalimentándose y enriqueciéndose de las Ciencias
Humanas como la Filosofía fenomenológica y existencialista, lo que ha a su vez
ha permitido el desarrollo de investigaciones innovadoras y estudios de caso
desde la percepción y el comportamiento del hombre en los diferentes espacios que
habita y transforma.
Se trata entonces de un espacio vivo, real, concreto, donde
el estudiante interactúa con las diferentes estructuras y actores espaciales,
donde el estudiante recrea y expresa sentimientos, sensaciones , afectos y
rechazos, desde la experiencia en el contacto directo con su medio. Es decir,
la cotidianidad entra a hacer parte del conglomerado de elementos que
intervienen en las relaciones que el hombre establece con el medio.
La geografía del comportamiento y la percepción tiene como
objeto estudiar la comprensión de cómo interactúa el hombre y el medio, pero
mediante el conocimiento de los procesos psicológicos, a través de los cuales
el hombre aprehende el medio en el que vive, examinando el modo en que estos
procesos influyen en el comportamiento resultante. La geografía del
comportamiento y la percepción hace énfasis en el hombre.
La geografía de la percepción, construye su discurso bajo el
supuesto que sobre el mismo plano de un lugar geográfico, existen distintos esquemas
del mismo según los intereses de cada individuo. Entonces, la imagen de un
lugar no es única como pretendía la geografía tradicional, sino múltiple y
variada. En este sentido es clave para esta geografía entrar a interpretar los
comportamientos, significados y valores que el individuo deposita sobre los
lugares con intervención de todos sus sentidos, ya no sólo de la vista como sucedía
con las anteriores perspectivas geográficas.
Por lo tanto, la geografía de la percepción ha contribuido a
relativizar muchos presupuestos tomados por los geógrafos tradicionales como
absolutos. Para Díaz (1992), las relaciones del individuo con su entorno
inmediato se dan a través de sus actividades cotidianas que derivan de un
conjunto de funciones inherentes a nuestra condición humana y al lugar que
ocuparon en la organización social (trabajar, educarse, habitar una vivienda,
abastecerse de bienes y servicios, emplear el tiempo libre, mantener relaciones
sociales, etc.). En resumen, la geografía del comportamiento y la percepción
impulsada por Lowenthal, enmarcada en las perspectivas fenomenológicas y
existencialistas centra su atención en las relaciones entre los análisis
geográficos y los procesos psicológicos, especialmente los relacionados a los
comportamientos humanos, teniendo en cuenta que la singularidad del hombre
radica en su particular forma de percibir la realidad y que ello condiciona su
comportamiento espacial.
4. La experiencia del espacio. Yi-fu Tuan . Topophilia y Topofobia.
“El mundo se siente espacioso y amigable cuando se acomoda a
nuestros deseos, pero se siente estrecho cuando esos deseos se frustran” Yi-fu
Tuan
Uno de los geógrafos más representativos, por el valor de
sus investigaciones a la geografía humanística es Yi-fu Tuan quien introdujo
nuevamente los conceptos de lugar, espacio y experiencia a la literatura y
discursos geográficos, llegando incluso a situarlos como objetos de estudio de
la geografía. De igual manera, sus análisis sobre las relaciones del hombre con
los lugares y el afecto hacia los mismos, lo llevó a postular dos nuevos
conceptos de gran valor analítico para la geografía humanística: Topophilia
(afecto por los lugares) y Topofobia (rechazo a los lugares) o toponegligencia.
Sus aportes a la geografía humanística están encaminados a comprender las
relaciones de las personas con la naturaleza, su conducta geográfica y sus
sentimientos e ideas respecto al espacio y al lugar. La obra de Tuan (1976)
–Topophilia–. Es un análisis de las relaciones afectivas de los seres humanos
con los lugares, haciendo énfasis en las percepciones, las actitudes y las
valoraciones del ambiente, y en las manifestaciones y consecuencias de la
experiencia estética de sentir amor y afecto por los lugares (Peet, 1998).
En este orden de ideas Tuan (1976: citado en Ibarra 1998:
43) señala que: “el lugar es una clase especial de objeto cargado de
significados que existe en diferentes escalas; un rincón, la casa, una esquina,
el barrio, la región, el país o el planeta, son lugares en donde se materializa
el acto de vivir en el mundo” El espacio según Tuan: “es una entidad geométrica
abstracta definida por lugares y objetos; es una red de lugares y objetos que
las personas pueden experimentar directamente a través del movimiento y el
desplazamiento, del sentido de dirección, de la localización relativa de
objetos y lugares, y de la distancia y la expansión que los separa y los
relaciona”(1976, citado porIbarra,1998:25).
Tuan(1976, citado en Delgado, 2003: 112), señala que: “la
experiencia o conocimiento del espacio, involucra directa o indirectamente a
todos los sentidos y no se reduce a la visión, se siente con todos los sentidos
(…) el gusto, el olfato, el oído y la sensibilidad de la piel, si bien no
permiten una experiencia espacial directa, en combinación con las facultades
espacializantes de la vista y el tacto, enriquecen nuestra aprehensión del
carácter espacial y geométrico del mundo”.
Así mismo plantea que la experiencia del espacio está
mediada por una dimensión sensorial formada por los sentidos y una dimensión
simbólica donde emanan nociones estructurantes del espacio como la amplitud y
la vastedad recreadas por la mente por cuanto ésta extrapola más allá de la
mera experiencia sensorial, es así como: “todos los sentidos se articulan en la
construcción de la experiencia del espacio, pero es necesario reconocer que la
organización del espacio humano depende únicamente de la visión, en tanto que
los demás sentidos expanden y enriquecen el espacio visual” (Tuan 1976, citado
en Delgado, 2003: 114). Sin embargo, el hombre es el único de los animales que
tiene conciencia del espacio que construye y habita. El espacio construido afecta
el ambiente y también al hombre que lo
construye y a la gente que lo habita. En el espacio construido se expresa el orden
social, se clasifican los roles y las relaciones sociales. Ahora bien, en la
relación constante y por tanto dinámica del hombre y el espacio Tuan identifica
al cuerpo como referente principal de la experiencia espacial y de la
organización espacial del mundo, por cuanto las personas experimentan el
espacio a través de su cuerpo situado en el espacio y lo organizan de acuerdo con
sus necesidades biológicas y con las relaciones sociales con otras personas (Tuan,1976).
Desde esta perspectiva el cuerpo experimenta sensaciones espaciales en sus
relaciones sociales establecidas en los lugares que habita, y es precisamente
Tuan (1976, citado en Delgado, 2003: 115) quien aborda con detenimiento dos de
estas sensaciones: amplitud y estrechez afirmando que: “el espacio como recurso
no sólo satisface necesidades de supervivencia sino que su posesión da
rendimientos de riqueza y poder y es símbolo de prestigio (…) el espacio es una
necesidad biológica para todos los animales pero en los seres humanos espacio y
amplitud son también una necesidad psicológica, un prerrequisito social y un
atributo espiritual, con distinto significado en las diferentes culturas.
La estrechez está referida a la saturación, llenura,
demasiada proximidad y amenaza del otro, restricción a la libertad de
movimiento, sin embargo ésta no está directamente asociada con la densidad o el
número de personas en un espacio determinado, sino que puede depender del grado
de disfrute y de tolerancia que una persona puede sentir por las otras, de las
costumbres o del tipo de actividad que se desarrolle así la estrechez puede
depender de la abundancia o escasez de los recursos y de la forma como se
perciba la relación del cuerpo y el espacio (Delgado, 2003).
http://www.redalyc.org/pdf/360/36014579003.pdf