lunes, 31 de agosto de 2015

Espacio histórico como categoría de la historia.

Tibaduiza Rodríguez, Oscar


 CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE ESPACIO GEOGRÁFICO EN EL ESTUDIO Y ENSEÑANZA
DE LA GEOGRAFÍA

Geoenseñanza, vol. 13, núm. 1, enero-junio, 2008, pp. 19-30

 Universidad de los AndesSan Cristobal, Venezuela


1. Introducción.

El siguiente artículo presenta las posibilidades y pertinencia de la construcción de conceptos espaciales en la enseñanza de la geografía en la educación básica y media, a partir del estudio del hombre como ser social dinamizador y transformador del espacio con arreglo a sus necesidades e intereses. En este sentido se privilegia la construcción del concepto de espacio geográfico, entendido éste como el conjunto de estructuras espaciales y las relaciones entre ellas, que ocurren en la superficie de la tierra como objeto de la acción, la dotación de sentido y la interpretación de los seres humanos lo que asume hoy una importancia fundamental, por cuanto la naturaleza se transforma productivamente.

2. La geografía humanística en el rescate del lugar y del espacio.

En la década del setenta del siglo XX se comenzó a difundir la denominación de geografía humanística, para calificar aquellas ideas que algunos geógrafos anglosajones consideraban, una nueva manera de hacer y de entender la disciplina geográfica. Es entonces a partir de trabajos pioneros como el de Yi-fu Tuan en 1976 y el de Ley D, y Samuels M, en 1978, que este enfoque geográfico ha venido desarrollando su propio contenido temático y metodológico (Franco, 1997).
                                                                     
Para Delgado, filósofos como Marcel, Sartre o Merleau Ponty: “dan gran importancia al cuerpo como medio de participación humana en el mundo cotidiano de donde se deriva la importancia de su localización espacial como cuerpo que lo ocupa, y de su posición en relación con otros cuerpos. Esta participación en el espacio como cuerpos concretos implica la
necesidad inherente a la existencia de organizar el espacio en términos de la propia existencia y del cuerpo mismo como medida y referencia de todas las cosa” (Delgado, 2003:104).

La segunda mitad del siglo XX se caracteriza a nivel de la ciencia y de las diferentes corrientes de pensamiento, por el retorno al hombre y su compleja existencia, por la preocupación de sus comportamientos y su intervención como ser existente en la proximidad de todo cuanto le rodea. En este sentido el interés por la valoración del entorno, así como la percepción e imágenes que de él construyen los sujetos individuales y sociales, han sido estudiados desde distintas perspectivas disciplinarias y epistemológicas. Dichas perspectivas están referidas a corrientes neomarxistas, humanistas radicales, fenomenológicas y existencialistas.
Perspectivas que, dentro de la geografía, buscan examinar la construcción "imaginaria" de la realidad, el lugar, la región, como instancias de relación entre el medio y los individuos en la vida cotidiana.


3. La subjetividad en el estudio del hombre como ser modelador y transformador dinámico del espacio.


 El estudio del espacio ha irrumpido con fuerza en el campo de la academia y de la investigación a tal punto que desde diferentes disciplinas se han incorporado pensadores interesados en la relación del hombre con su medio y cómo a partir de la interrelación de estructuras espaciales se configuran y reacomodan las diversas dimensiones del hombre en cuanto ser social que dinamiza y  transforma su espacio.
Precisamente, esa pluri-dimensionalidad que caracteriza al ser humano, es lo que ha permitido que el campo de acción de la geografía igualmente se pluralice retroalimentándose y enriqueciéndose de las Ciencias Humanas como la Filosofía fenomenológica y existencialista, lo que ha a su vez ha permitido el desarrollo de investigaciones innovadoras y estudios de caso desde la percepción y el comportamiento del hombre en los diferentes espacios que habita y transforma.
Se trata entonces de un espacio vivo, real, concreto, donde el estudiante interactúa con las diferentes estructuras y actores espaciales, donde el estudiante recrea y expresa sentimientos, sensaciones , afectos y rechazos, desde la experiencia en el contacto directo con su medio. Es decir, la cotidianidad entra a hacer parte del conglomerado de elementos que intervienen en las relaciones que el hombre establece con el medio.
La geografía del comportamiento y la percepción tiene como objeto estudiar la comprensión de cómo interactúa el hombre y el medio, pero mediante el conocimiento de los procesos psicológicos, a través de los cuales el hombre aprehende el medio en el que vive, examinando el modo en que estos procesos influyen en el comportamiento resultante. La geografía del comportamiento y la percepción hace énfasis en el hombre.
La geografía de la percepción, construye su discurso bajo el supuesto que sobre el mismo plano de un lugar geográfico, existen distintos esquemas del mismo según los intereses de cada individuo. Entonces, la imagen de un lugar no es única como pretendía la geografía tradicional, sino múltiple y variada. En este sentido es clave para esta geografía entrar a interpretar los comportamientos, significados y valores que el individuo deposita sobre los lugares con intervención de todos sus sentidos, ya no sólo de la vista como sucedía con las anteriores perspectivas geográficas.

Por lo tanto, la geografía de la percepción ha contribuido a relativizar muchos presupuestos tomados por los geógrafos tradicionales como absolutos. Para Díaz (1992), las relaciones del individuo con su entorno inmediato se dan a través de sus actividades cotidianas que derivan de un conjunto de funciones inherentes a nuestra condición humana y al lugar que ocuparon en la organización social (trabajar, educarse, habitar una vivienda, abastecerse de bienes y servicios, emplear el tiempo libre, mantener relaciones sociales, etc.). En resumen, la geografía del comportamiento y la percepción impulsada por Lowenthal, enmarcada en las perspectivas fenomenológicas y existencialistas centra su atención en las relaciones entre los análisis geográficos y los procesos psicológicos, especialmente los relacionados a los comportamientos humanos, teniendo en cuenta que la singularidad del hombre radica en su particular forma de percibir la realidad y que ello condiciona su comportamiento espacial.

4. La experiencia del espacio. Yi-fu Tuan . Topophilia y Topofobia.


“El mundo se siente espacioso y amigable cuando se acomoda a nuestros deseos, pero se siente estrecho cuando esos deseos se frustran” Yi-fu Tuan
Uno de los geógrafos más representativos, por el valor de sus investigaciones a la geografía humanística es Yi-fu Tuan quien introdujo nuevamente los conceptos de lugar, espacio y experiencia a la literatura y discursos geográficos, llegando incluso a situarlos como objetos de estudio de la geografía. De igual manera, sus análisis sobre las relaciones del hombre con los lugares y el afecto hacia los mismos, lo llevó a postular dos nuevos conceptos de gran valor analítico para la geografía humanística: Topophilia (afecto por los lugares) y Topofobia (rechazo a los lugares) o toponegligencia. Sus aportes a la geografía humanística están encaminados a comprender las relaciones de las personas con la naturaleza, su conducta geográfica y sus sentimientos e ideas respecto al espacio y al lugar. La obra de Tuan (1976) –Topophilia–. Es un análisis de las relaciones afectivas de los seres humanos con los lugares, haciendo énfasis en las percepciones, las actitudes y las valoraciones del ambiente, y en las manifestaciones y consecuencias de la experiencia estética de sentir amor y afecto por los lugares (Peet, 1998).
En este orden de ideas Tuan (1976: citado en Ibarra 1998: 43) señala que: “el lugar es una clase especial de objeto cargado de significados que existe en diferentes escalas; un rincón, la casa, una esquina, el barrio, la región, el país o el planeta, son lugares en donde se materializa el acto de vivir en el mundo” El espacio según Tuan: “es una entidad geométrica abstracta definida por lugares y objetos; es una red de lugares y objetos que las personas pueden experimentar directamente a través del movimiento y el desplazamiento, del sentido de dirección, de la localización relativa de objetos y lugares, y de la distancia y la expansión que los separa y los relaciona”(1976, citado porIbarra,1998:25).
Tuan(1976, citado en Delgado, 2003: 112), señala que: “la experiencia o conocimiento del espacio, involucra directa o indirectamente a todos los sentidos y no se reduce a la visión, se siente con todos los sentidos (…) el gusto, el olfato, el oído y la sensibilidad de la piel, si bien no permiten una experiencia espacial directa, en combinación con las facultades espacializantes de la vista y el tacto, enriquecen nuestra aprehensión del carácter espacial y geométrico del mundo”.
Así mismo plantea que la experiencia del espacio está mediada por una dimensión sensorial formada por los sentidos y una dimensión simbólica donde emanan nociones estructurantes del espacio como la amplitud y la vastedad recreadas por la mente por cuanto ésta extrapola más allá de la mera experiencia sensorial, es así como: “todos los sentidos se articulan en la construcción de la experiencia del espacio, pero es necesario reconocer que la organización del espacio humano depende únicamente de la visión, en tanto que los demás sentidos expanden y enriquecen el espacio visual” (Tuan 1976, citado en Delgado, 2003: 114). Sin embargo, el hombre es el único de los animales que tiene conciencia del espacio que construye y habita. El espacio construido afecta el ambiente y  también al hombre que lo construye y a la gente que lo habita. En el espacio construido se expresa el orden social, se clasifican los roles y las relaciones sociales. Ahora bien, en la relación constante y por tanto dinámica del hombre y el espacio Tuan identifica al cuerpo como referente principal de la experiencia espacial y de la organización espacial del mundo, por cuanto las personas experimentan el espacio a través de su cuerpo situado en el espacio y lo organizan de acuerdo con sus necesidades biológicas y con las relaciones sociales con otras personas (Tuan,1976). Desde esta perspectiva el cuerpo experimenta sensaciones espaciales en sus relaciones sociales establecidas en los lugares que habita, y es precisamente Tuan (1976, citado en Delgado, 2003: 115) quien aborda con detenimiento dos de estas sensaciones: amplitud y estrechez afirmando que: “el espacio como recurso no sólo satisface necesidades de supervivencia sino que su posesión da rendimientos de riqueza y poder y es símbolo de prestigio (…) el espacio es una necesidad biológica para todos los animales pero en los seres humanos espacio y amplitud son también una necesidad psicológica, un prerrequisito social y un atributo espiritual, con distinto significado en las diferentes culturas.

La estrechez está referida a la saturación, llenura, demasiada proximidad y amenaza del otro, restricción a la libertad de movimiento, sin embargo ésta no está directamente asociada con la densidad o el número de personas en un espacio determinado, sino que puede depender del grado de disfrute y de tolerancia que una persona puede sentir por las otras, de las costumbres o del tipo de actividad que se desarrolle así la estrechez puede depender de la abundancia o escasez de los recursos y de la forma como se perciba la relación del cuerpo y el espacio (Delgado, 2003).

http://www.redalyc.org/pdf/360/36014579003.pdf