Este es un espacio en el que expongo algo del material que utilizo para preparar las clases.
martes, 17 de noviembre de 2015
viernes, 23 de octubre de 2015
El Sujeto de la Historia.
AL PLANTEAR la cuestión del sujeto de la historia, es necesario
intentar una mayor precisión acerca de lo interrogado,
pues la significación del término "sujeto" es cualquier
cosa menos comprensible de suyo. Aun sin considerar los
diversos significados de esta noción cuando se trata del sujeto
lógico o epistemológico, sigue siendo ambiguo y confuso lo que
pueda entenderse por "sujeto". Etimológicamente significa "lo
puesto debajo" o "lo que se encuentra en la base": de ahí un sentido
semejante al del término "sustancia". A este sentido etimológico
responde las más de las veces el significado ontológico del
vocablo "sujeto", conforme con el cual el sujeto es el ente que está
en la base sosteniendo o sustentando una determinada realidad.
De acuerdo con el sentido mencionado, pues, el término "sujeto"
indica la relación de un ente con una realidad sostenida por él o,
lo que es igual, con una realidad en alguna manera dependiente
del sujeto sustentante.
El término adquiere un sentido derivado del anterior cuando se
define al sujeto por oposición al objeto: significa entonces una
entidad autónoma cuya actividad permite el establecimiento de
relaciones, a diferencia del simple "objeto" o entidad pasiva de
tales relaciones. Se puede extremar esta significación haciendo
del sujeto el polo activo y constituyente enfrentado al objeto concebido
como polo pasivo y constituido. Al plantear, pues, la cuestión
del sujeto de la historia se estaría interrogando bien por el
ente que está en la base sustentando el proceso histórico o bien
por el ente constituyente de tal proceso. La primera pregunta remite
a una problemática metafísica ya que exige como respuesta
el señalamiento de un ente que, estando "más allá" o "debajo”,
pero, en definitiva, fuera de la historia, sea, sin embargo, la base
sustentante de la misma. La segunda pregunta, en cambio, tiene
una apariencia de mayor legitimidad, por cuanto interroga por una
subjetividad libre, un centro de iniciativas, autor responsable de
sus actos, es decir, interroga por el ente de cuya actividad el proceso histórico sería el resultado. Entendida así, la pregunta por el
sujeto de la historia sería equivalente a la pregunta acerca de
quién hace la historia.
Vamos a referirnos más detenidamente al primero de los dos sentidos
mencionados, donde el sujeto aparece como la causa u origen
del proceso histórico. Este es el caso, por ejemplo, del planteamiento
de Feuerbach, para quien la sociedad sólo es, en cada
uno de sus momentos históricos, la manifestación progresiva de la
esencia humana. Si el hombre aparece, en esta perspectiva, como
el sujeto de la historia, ello se debe a que el proceso se comprende
como la serie de manifestaciones y transformaciones de la naturaleza
humana. De acuerdo con esta concepción humanista, el hombre
es el sujeto de la historia porque el proceso no es sino la expresión
fenoménica de su esencia interior. Una ilustración de este
enfoque antropológico la ofrece el conocido párrafo de los Manuscritos
de 1844 según el cual, el comunismo "es la verdadera
solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza y del hombre
contra el hombre, la verdadera solución de la pugna entre la
existencia y la esencia, entre la objetivación y la afirmación de sí
mismo, entre la libertad y la necesidad, entre el individuo y la
especie. Es el secreto revelado de la historia y tiene la conciencia
de ser esta solución".1 (C. Marx, "Manuscritos Económico-filosóficos de 44, en Escritos Económicos
Varios, pp. 82-83. Trad. W. Roces, Ed. Grijalho, México, 1962.)
En este párrafo es claro el supuesto de que el hombre es el sujeto, es decir, el principio u origen fundamental del cual la historia es la manifestación. Así pues, el proceso aparece como una sucesión caótica de acontecimientos cuya clave sólo se encuentra en las determinaciones esenciales del sujeto. "La tesis inestable sostenida por Marx en los Manuscritos de 1844 es que la historia es la historia del proceso de enajenación (y des enajenación) de un sujeto".2 (Louis Althuser. "Lenin frente a Hegel", en Anton Pannekoek, Lenin filósofo. Cuadernos P y P, No. 42, p, 171, Córdoba, 1973.) El código que permite descifrar el "sentido" del conjunto de los fenómenos históricos está dado por la naturaleza de ese sujeto, cuyas notas esenciales constituyen el lugar donde el humanismo cree encontrar la razón de ser del proceso.
Fuente: El sujeto de la historia.
http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=309&article=330&mode=pdf
En este párrafo es claro el supuesto de que el hombre es el sujeto, es decir, el principio u origen fundamental del cual la historia es la manifestación. Así pues, el proceso aparece como una sucesión caótica de acontecimientos cuya clave sólo se encuentra en las determinaciones esenciales del sujeto. "La tesis inestable sostenida por Marx en los Manuscritos de 1844 es que la historia es la historia del proceso de enajenación (y des enajenación) de un sujeto".2 (Louis Althuser. "Lenin frente a Hegel", en Anton Pannekoek, Lenin filósofo. Cuadernos P y P, No. 42, p, 171, Córdoba, 1973.) El código que permite descifrar el "sentido" del conjunto de los fenómenos históricos está dado por la naturaleza de ese sujeto, cuyas notas esenciales constituyen el lugar donde el humanismo cree encontrar la razón de ser del proceso.
Fuente: El sujeto de la historia.
http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=309&article=330&mode=pdf
domingo, 18 de octubre de 2015
Memoria histórica
“Memoria histórica razonada”.
Una propuesta incluyente para las víctimas del conflicto
armado interno colombiano.
Autores: Juan Felipe Rueda Arenas
- Localización: HiSTOReLo. Revista de historia regional y local, ISSN-e 2145-132X, Vol. 5, Nº. 10, 2013, págs. 15-52
Introducción.
Luego de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos a
través de los estudios de Allan Nevins se desarrolló académicamente la
oralidad. Entretanto en Inglaterra los trabajos de Eric Palmer Thompson y Eric
Hobsbawm le dieron trascendencia a la historia de las clases subalternas. Hacia
los años sesenta del siglo XX, la Escuela de los Annales de tercera generación
implementó estudios de la cultura y de las mentalidades entre las nuevas formas
de hacer historia. Fue allí que Pierre Nora, Jaques Le Goff y Paul Ricoeur
introdujeron a sus estudios el desarrollo del concepto memoria histórica.
Los debates y adelantos de estos
intelectuales principalmente europeos influenciaron los procesos de
recuperación y divulgación de memorias, algunas de estas, memorias de víctimas
de guerras y de gobiernos represivos en países de Europa y de otros continentes
como eran los casos latinoamericanos.
En Colombia si bien, en medio del
conflicto armado interno (CAI), han existido algunas iniciativas por darles voz
a las víctimas, es a partir de la Ley de Justicia y Paz en 2005 que el Estado
estableció la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), dedicada
a la realización de informes de memoria sobre los hechos atroces cometidos por
los actores armados. A pesar que otras organizaciones en el país se han
esforzado por dar a conocer las voces de las víctimas, el desarrollo de la
memoria histórica en el país ha sido precario.
Por tal razón, memoria
histórica razonada es una propuesta conceptual, relevante no solo para la
divulgación de los relatos de víctimas del CAI sino para promover su
participación activa. La idea es que conjuntamente víctimas e investigadores
analicen los relatos y construyan memoria en aras de resistir a marginaciones,
negacionismos, silencios y olvidos impuestos por centros de poder y la sociedad
contemporánea.
Antecedentes del concepto “memoria histórica”: Oralidad, historia y
memoria.
Los
positivistas que defendían intereses de las elites, consideraban que los
historiadores basados en archivos escritos mostraban la realidad objetiva entretanto
la tradición oral expresaba subjetividades no científicas propias de la memoria
de sectores iletrados.
Cabe señalar, que en
antropología se utilizó la “observación participante” como herramienta del
investigador occidental que estudiaba pueblos primitivos.
Los antropólogos se
instalaban por un tiempo en la población con el objeto de aprender su idioma y
comprender sus costumbres. Este ejercicio de describir las dinámicas
socio-culturales de estos pueblos (hacer etnografía) se basaba en testimonios
orales que difería de la investigación bibliográfica, o de archivó que hacía
parte de la historia, la economía, la sociología, o las ciencias políticas
(Wallerstein, 2006).
Al institucionalizarse
la etnología como disciplina científica se crearon los primeros archivos orales
en Viena (1899), Berlín (1904) y París (1911). Estos archivos quedaron como
base de investigaciones de lingüistas y etnólogos por la falta de interés de
historiadores, de tal forma fueron considerados fonotecas y no archivos
históricos (Yusta 2002, 235-244).
Los avatares de los 31
años de guerra mundial (1914-1945) (Hobsbawm 1992, 60), ralentizaron unos
procesos y dinamizaron otros. En el periodo de entreguerras por ejemplo un
impulso hacia una nueva tendencia del conocimiento científico- social permeó a
las ciencias sociales humanas y a la Historia. Para citar dos casos, la Escuela
de Frankfurt (1924) y la Escuela de los Annales (1929) pusieron en tela de
juicio la supremacía positivista que generaba mediante la exclusión de las voces
y estudios de sectores marginales un conocimiento reproductor del dominio de
las elites sobre clases sociales subyugadas. La ciencia histórica reconoció
otras metodologías, teorías, problemas de investigación y fuentes de
información. Esta plataforma académica, con la inclusión de la sociología, la
psicología, la antropología y la economía entre otras disciplinas que aportaron
al conocimiento histórico dejó relegada la concepción de que la Historia era
solo política y sus protagonistas eran solo importantes personajes de la
política y de las guerras.
Más adelante, en los
años sesenta en Inglaterra, el auge de la oralidad y la memoria se llevó a cabo
con estudios principalmente marxistas dándole voz a los trabajadores y a otros marginados
de la sociedad capitalista en la “historia de las clases subalternas o la
historia desde abajo” (Ver: Thompson 1989). Asimismo, en 1967 nacieron los
“talleres de historia” con trabajos hechos por Raphael Samuel en Oxford con
participantes no profesionales, es decir se dio a conocer un nuevo paradigma de
historia popular y socialista (Yusta 2002, 235-244). Aunque en los modelos
historiográficos siguieron primando los documentos escritos sobre los
orales, la apertura
hacia la historia oral y su influencia en la memoria histórica fue trascendental.
De esta manera,
empezaron a abordarse problemáticas de investigación que no se tenían en cuenta
como era el caso de víctimas de guerras desde sus propios relatos. Darle voz a
los vencidos presuponía nuevos abordajes teóricos y metodológicos además de
espacios de divulgación más amplios e incluyentes que permitieran: primero,
mayor participación de las víctimas en procesos de recuperación, construcción y
divulgación de las memorias históricas y segundo la necesidad de generar
explicaciones históricas de los distintos problemas científico-
sociales donde las
víctimas pudieran reconocerse e identificarse.
Memoria e Historia entre la división, la complementariedad y la
crítica.
Uno de los primeros intelectuales que
destacaron el papel de la memoria en estudios de ciencias sociales fue el
filósofo francés de origen judío Henri Bergson. Este autor fue contestatario
del positivismo cientificista (Riego 2008, 293-329); conceptualizando la
memoria desde un enfoque psicológico y espiritual mediante la “memoria pura” y
“la memoria habito”. La memoria pura
corresponde a la duración y la memoria hábito al espacio y al tiempo (Huici
2002). Según Halbwachs, su maestro estableció la distinción de dos memorias,
una que conservaría el recuerdo de los hechos que no se producen sino una sola
vez [memoria pura], otra que se orientaría hacia los actos, los movimientos a menudo
reiterados, y hacia todas las representaciones habituales [memoria -habito]
(Halbwachs 2004, 122). En su obra Materia y memoria (1886), Bergson se valió
de textos que explicaban la memoria de los individuos como eran las Confesiones de San Agustín, además de influenciar
estudios posteriores como los del sociólogo también francés y de origen judío
Maurice Halbwachs.
Desde un punto de vista sociológico, las
tesis de Halbwachs fueron innovadoras,
pero estas mismas ideas recibieron
críticas por parte de algunos historiadores.
Él no consideró que la Historia pudiera
abarcar todo el acontecer humano pero
si relacionó a la memoria histórica como
una construcción de historias de acontecimientos significativos que favorecían
la construcción de la historia nacional. En sus concepciones se observa una
oposición entre la memoria colectiva y la memoria histórica afirmando que “si
por memoria histórica se entiende la lista de los acontecimientos cuyo recuerdo
conserva la historia nacional, no es ella, no son sus marcos los que
representan lo esencial de lo que llamamos memoria colectiva” (Halbwachs 1968,
209-219).
Esta sociología de la memoria fue
criticada por el historiador francés Marc Bloch (fundador junto a Lucien Febvre
de la Escuela de los Annales). Bloch utilizó la memoria como categoría para la
historia, además de estar de acuerdo en la propuesta de categorías de origen
social situadas en el espacio y el tiempo. Como crítica, este historiador
consideró restringida la propuesta de Halbwachs centrada en los grupos (la
familia, la religión y la clase) y propuso ampliar el enfoque hacia la memoria
jurídica y el derecho consuetudinario (Sorgentini 2003, 103-128).
Marc Bloch fue uno de los primeros
historiadores que llamó la atención sobre la trascendencia que la memoria tenía
como objeto de estudio y examen de conciencia de la Historia; argumentaba que
con la memoria podía estudiarse las problemáticas históricas que se derivan de
la transmisión de información surgida de la tradición (Sorgentini 2003,
103-128). Esta posición contrariaba la historiografía de su tiempo en donde la
Historia solo se ocupaba de temas políticos, militares y heroicos.
Bloch defendió el universalismo que debía
tener la Historia la cual no debía ser particularizada solo a hechos heroicos o
nacionales. Comparando al sociólogo y al historiador, Hernán Sorgentini
destaca: En Halbwachs: el
universalismo de la historia resulta abstracto ya que, al no implicar una
crítica al particularismo de las identidades de los grupos, termina tornando
problemática la expresión “memoria histórica”, por no poder conciliar la
objetividad del conocimiento con su función práctica; [mientras en ] Bloch, el
intento de concebir una “memoria universalista” refiere a una idea de humanidad
que se asienta sobre una perspectiva crítica de la tradición y en una
concepción distinta del tiempo en la que el tiempo concreto y real es la
materia misma de la historia (Sorgentini 2003,103-128).
No solo fue la Escuela de los Annales la
que empezó a realizar críticas hacia los objetos de la Historia, y al papel de
la memoria y de la tradición en función de la historia. La Escuela de Frankfurt
de tendencia marxista, desarrolló una teoría crítica que puso en tela de juicio
los ideales de razón y el progreso planteados en el siglo XVIII y XIX
(Rodríguez 2010). La Escuela de Frankfurt esbozó la necesidad de la memoria
como crítica a la historia, en medio del contexto de las guerras mundiales que
dejaban un manto de duda en esa “evolución histórica” que pretendieron los
idealistas tiempo atrás.
Fuente: Juan Felipe Rueda Arenas. “Memoria histórica razonada”. Una propuesta incluyente para las víctimas del conflicto armado interno colombiano.
Fuente: Juan Felipe Rueda Arenas. “Memoria histórica razonada”. Una propuesta incluyente para las víctimas del conflicto armado interno colombiano.
lunes, 31 de agosto de 2015
Espacio histórico como categoría de la historia.
Tibaduiza Rodríguez, Oscar
CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE
ESPACIO GEOGRÁFICO EN EL ESTUDIO Y ENSEÑANZA
DE LA GEOGRAFÍA
Geoenseñanza, vol. 13, núm. 1,
enero-junio, 2008, pp. 19-30
Universidad de los AndesSan Cristobal, Venezuela
1. Introducción.
El siguiente artículo presenta las posibilidades
y pertinencia de la construcción de conceptos espaciales en la enseñanza de la
geografía en la educación básica y media, a partir del estudio del hombre como
ser social dinamizador y transformador del espacio con arreglo a sus
necesidades e intereses. En este sentido se privilegia la construcción del
concepto de espacio geográfico, entendido éste como el conjunto de estructuras
espaciales y las relaciones entre ellas, que ocurren en la superficie de la
tierra como objeto de la acción, la dotación de sentido y la interpretación de
los seres humanos lo que asume hoy una importancia fundamental, por cuanto la
naturaleza se transforma productivamente.
2. La geografía humanística en el rescate del
lugar y del espacio.
En la década del setenta del siglo XX se comenzó
a difundir la denominación de geografía humanística, para calificar aquellas
ideas que algunos geógrafos anglosajones consideraban, una nueva manera de
hacer y de entender la disciplina geográfica. Es entonces a partir de trabajos
pioneros como el de Yi-fu Tuan en 1976 y el de Ley D, y Samuels M, en 1978, que
este enfoque geográfico ha venido desarrollando su propio contenido temático y
metodológico (Franco, 1997).
Para Delgado, filósofos como Marcel, Sartre o
Merleau Ponty: “dan gran importancia al cuerpo como medio de
participación humana en el mundo cotidiano de donde se deriva la importancia de
su localización espacial como cuerpo que lo ocupa, y de su posición en relación
con otros cuerpos. Esta participación en el espacio como cuerpos concretos
implica la
necesidad inherente a la existencia de organizar
el espacio en términos de la propia existencia y del cuerpo mismo como medida y
referencia de todas las cosa” (Delgado, 2003:104).
La segunda mitad del siglo XX se caracteriza a
nivel de la ciencia y de las diferentes corrientes de pensamiento, por el
retorno al hombre y su compleja existencia, por la preocupación de sus
comportamientos y su intervención como ser existente en la proximidad de todo
cuanto le rodea. En este sentido el interés por la valoración del entorno, así
como la percepción e imágenes que de él construyen los sujetos individuales y
sociales, han sido estudiados desde distintas perspectivas disciplinarias y
epistemológicas. Dichas perspectivas están referidas a corrientes neomarxistas,
humanistas radicales, fenomenológicas y existencialistas.
Perspectivas
que, dentro de la geografía, buscan examinar la construcción "imaginaria"
de la realidad, el lugar, la región, como instancias de relación entre el medio
y los individuos en la vida cotidiana.
El estudio del espacio ha irrumpido con fuerza en el campo
de la academia y de la investigación a tal punto que desde diferentes
disciplinas se han incorporado pensadores interesados en la relación del hombre
con su medio y cómo a partir de la interrelación de estructuras espaciales se
configuran y reacomodan las diversas dimensiones del hombre en cuanto ser
social que dinamiza y transforma su espacio.
http://www.redalyc.org/pdf/360/36014579003.pdf
3. La subjetividad en el estudio del hombre como ser modelador y transformador dinámico del espacio.
Precisamente, esa pluri-dimensionalidad que caracteriza al
ser humano, es lo que ha permitido que el campo de acción de la geografía
igualmente se pluralice retroalimentándose y enriqueciéndose de las Ciencias
Humanas como la Filosofía fenomenológica y existencialista, lo que ha a su vez
ha permitido el desarrollo de investigaciones innovadoras y estudios de caso
desde la percepción y el comportamiento del hombre en los diferentes espacios que
habita y transforma.
Se trata entonces de un espacio vivo, real, concreto, donde
el estudiante interactúa con las diferentes estructuras y actores espaciales,
donde el estudiante recrea y expresa sentimientos, sensaciones , afectos y
rechazos, desde la experiencia en el contacto directo con su medio. Es decir,
la cotidianidad entra a hacer parte del conglomerado de elementos que
intervienen en las relaciones que el hombre establece con el medio.
La geografía del comportamiento y la percepción tiene como
objeto estudiar la comprensión de cómo interactúa el hombre y el medio, pero
mediante el conocimiento de los procesos psicológicos, a través de los cuales
el hombre aprehende el medio en el que vive, examinando el modo en que estos
procesos influyen en el comportamiento resultante. La geografía del
comportamiento y la percepción hace énfasis en el hombre.
La geografía de la percepción, construye su discurso bajo el
supuesto que sobre el mismo plano de un lugar geográfico, existen distintos esquemas
del mismo según los intereses de cada individuo. Entonces, la imagen de un
lugar no es única como pretendía la geografía tradicional, sino múltiple y
variada. En este sentido es clave para esta geografía entrar a interpretar los
comportamientos, significados y valores que el individuo deposita sobre los
lugares con intervención de todos sus sentidos, ya no sólo de la vista como sucedía
con las anteriores perspectivas geográficas.
Por lo tanto, la geografía de la percepción ha contribuido a
relativizar muchos presupuestos tomados por los geógrafos tradicionales como
absolutos. Para Díaz (1992), las relaciones del individuo con su entorno
inmediato se dan a través de sus actividades cotidianas que derivan de un
conjunto de funciones inherentes a nuestra condición humana y al lugar que
ocuparon en la organización social (trabajar, educarse, habitar una vivienda,
abastecerse de bienes y servicios, emplear el tiempo libre, mantener relaciones
sociales, etc.). En resumen, la geografía del comportamiento y la percepción
impulsada por Lowenthal, enmarcada en las perspectivas fenomenológicas y
existencialistas centra su atención en las relaciones entre los análisis
geográficos y los procesos psicológicos, especialmente los relacionados a los
comportamientos humanos, teniendo en cuenta que la singularidad del hombre
radica en su particular forma de percibir la realidad y que ello condiciona su
comportamiento espacial.
4. La experiencia del espacio. Yi-fu Tuan . Topophilia y Topofobia.
“El mundo se siente espacioso y amigable cuando se acomoda a
nuestros deseos, pero se siente estrecho cuando esos deseos se frustran” Yi-fu
Tuan
Uno de los geógrafos más representativos, por el valor de
sus investigaciones a la geografía humanística es Yi-fu Tuan quien introdujo
nuevamente los conceptos de lugar, espacio y experiencia a la literatura y
discursos geográficos, llegando incluso a situarlos como objetos de estudio de
la geografía. De igual manera, sus análisis sobre las relaciones del hombre con
los lugares y el afecto hacia los mismos, lo llevó a postular dos nuevos
conceptos de gran valor analítico para la geografía humanística: Topophilia
(afecto por los lugares) y Topofobia (rechazo a los lugares) o toponegligencia.
Sus aportes a la geografía humanística están encaminados a comprender las
relaciones de las personas con la naturaleza, su conducta geográfica y sus
sentimientos e ideas respecto al espacio y al lugar. La obra de Tuan (1976)
–Topophilia–. Es un análisis de las relaciones afectivas de los seres humanos
con los lugares, haciendo énfasis en las percepciones, las actitudes y las
valoraciones del ambiente, y en las manifestaciones y consecuencias de la
experiencia estética de sentir amor y afecto por los lugares (Peet, 1998).
En este orden de ideas Tuan (1976: citado en Ibarra 1998:
43) señala que: “el lugar es una clase especial de objeto cargado de
significados que existe en diferentes escalas; un rincón, la casa, una esquina,
el barrio, la región, el país o el planeta, son lugares en donde se materializa
el acto de vivir en el mundo” El espacio según Tuan: “es una entidad geométrica
abstracta definida por lugares y objetos; es una red de lugares y objetos que
las personas pueden experimentar directamente a través del movimiento y el
desplazamiento, del sentido de dirección, de la localización relativa de
objetos y lugares, y de la distancia y la expansión que los separa y los
relaciona”(1976, citado porIbarra,1998:25).
Tuan(1976, citado en Delgado, 2003: 112), señala que: “la
experiencia o conocimiento del espacio, involucra directa o indirectamente a
todos los sentidos y no se reduce a la visión, se siente con todos los sentidos
(…) el gusto, el olfato, el oído y la sensibilidad de la piel, si bien no
permiten una experiencia espacial directa, en combinación con las facultades
espacializantes de la vista y el tacto, enriquecen nuestra aprehensión del
carácter espacial y geométrico del mundo”.
Así mismo plantea que la experiencia del espacio está
mediada por una dimensión sensorial formada por los sentidos y una dimensión
simbólica donde emanan nociones estructurantes del espacio como la amplitud y
la vastedad recreadas por la mente por cuanto ésta extrapola más allá de la
mera experiencia sensorial, es así como: “todos los sentidos se articulan en la
construcción de la experiencia del espacio, pero es necesario reconocer que la
organización del espacio humano depende únicamente de la visión, en tanto que
los demás sentidos expanden y enriquecen el espacio visual” (Tuan 1976, citado
en Delgado, 2003: 114). Sin embargo, el hombre es el único de los animales que
tiene conciencia del espacio que construye y habita. El espacio construido afecta
el ambiente y también al hombre que lo
construye y a la gente que lo habita. En el espacio construido se expresa el orden
social, se clasifican los roles y las relaciones sociales. Ahora bien, en la
relación constante y por tanto dinámica del hombre y el espacio Tuan identifica
al cuerpo como referente principal de la experiencia espacial y de la
organización espacial del mundo, por cuanto las personas experimentan el
espacio a través de su cuerpo situado en el espacio y lo organizan de acuerdo con
sus necesidades biológicas y con las relaciones sociales con otras personas (Tuan,1976).
Desde esta perspectiva el cuerpo experimenta sensaciones espaciales en sus
relaciones sociales establecidas en los lugares que habita, y es precisamente
Tuan (1976, citado en Delgado, 2003: 115) quien aborda con detenimiento dos de
estas sensaciones: amplitud y estrechez afirmando que: “el espacio como recurso
no sólo satisface necesidades de supervivencia sino que su posesión da
rendimientos de riqueza y poder y es símbolo de prestigio (…) el espacio es una
necesidad biológica para todos los animales pero en los seres humanos espacio y
amplitud son también una necesidad psicológica, un prerrequisito social y un
atributo espiritual, con distinto significado en las diferentes culturas.
La estrechez está referida a la saturación, llenura,
demasiada proximidad y amenaza del otro, restricción a la libertad de
movimiento, sin embargo ésta no está directamente asociada con la densidad o el
número de personas en un espacio determinado, sino que puede depender del grado
de disfrute y de tolerancia que una persona puede sentir por las otras, de las
costumbres o del tipo de actividad que se desarrolle así la estrechez puede
depender de la abundancia o escasez de los recursos y de la forma como se
perciba la relación del cuerpo y el espacio (Delgado, 2003).
http://www.redalyc.org/pdf/360/36014579003.pdf
lunes, 27 de julio de 2015
Johan Huizinga
"La historia es de todas las ciencias la que más se acerca a la vida. En esta relación indestructible con la vida, reside para la historia su debilidad y su fuerza. Hace variables sus normas, dudosa su certidumbre, pero al mismo tiempo le da su universalidad, su importancia, su gravedad..."
martes, 14 de julio de 2015
La Historia como Ciencia. (4)
Res gestae - Historia rerum gestarum.
Características de la historia. Admito en principio dos significados del término
historia: como proceso histórico objetivo (res gestae) y como descripción de este
proceso, o sea la historiografía (historia rerum gestarum). Esta distinción se basa en
la concepción filosófica, implícita o explícita, que acepta dos órdenes distintos: por
una parte, la realidad que existe fuera e independientemente de cualquier espíritu
cognoscente; por otra, el pensamiento relativo a dicha realidad. Es en el contexto
de esta concepción y distinción donde se plantean problemas para la teoría del
conocimiento, y para la teoría de la historia. Esta primera aproximación nos indica
que la historia sólo es posible mediante el hombre. El concepto de historia no está
ligado necesariamente a la hipótesis de un orden total. Tal como se ha venido
estudiando podemos reconocer la historia como el conocimiento del devenir humano,
en donde lo determinante es la conciencia del pasado y la voluntad de definirse en
función de él. La historia es conocimiento del pasado humano porque es el recuerdo,
para conocerlo y para vivir de él, es el fundamento al cual quedamos vinculados para
no diluirnos, es el modo que tenemos para aspirar a participar en el ser del hombre.
Herodoto advierte que “la historia exhibe al hombre como un agente racional, es
decir, que su función es en parte descubrir lo que el hombre ha hecho y en parte
porqué lo ha hecho”. Herodoto, en efecto, no reduce su atención a los simples
acontecimientos; los considera humanísticamente en cuanto actos de seres humanos
que tuvieron sus motivos para obrar del modo que obraron; motivos que no son
ajenos al interés del historiador.
Admito con Collingwood que la historia es un tipo de investigación o inquisición, que
es una forma de pensamiento que consiste en plantear preguntas que intentamos
contestar. Esto explica que desde Herodoto la historia se ha constituido en una
búsqueda de vestigios, de interés para el hombre, ocurridos en las coordenadas del
tiempo y del espacio y a partir de los cuales se puede tener certeza de la ocurrencia
de los hechos.
La afirmación de Moulines indica que se han tenido rastros de la actividad del hombre
en el tiempo anterior a los historiadores, esos rastros son apenas testigos de las
actuaciones de los seres humanos en el pasado remoto, pero cuando hablamos de historia, la única realidad que designamos es la toma de conciencia de ese pasado
humano obtenida en el pensamiento del historiador por su propio esfuerzo.
En general, las características de la historia de acuerdo con el concepto que se viene
delineando, es decir, como el conocimiento del devenir humano, se resumen en lo
siguiente: la historia es científica en la medida que comienza por hacer preguntas,
mientras que el escritor de leyendas empieza por saber algo y relata lo que ya sabe;
la historia es humanística, porque plantea preguntas acerca de cosas hechas por los
hombres en un tiempo preciso en el pasado; la historia es racional, ya que las
respuestas que ofrece a sus preguntas tienen ciertos fundamentos, es decir, recurre
a testimonios, y la historia es una instancia de auto revelación, esto es, existe con el
fin de decirle al hombre lo que es él, lo que él ha hecho. En su transformación a
través del tiempo, el hombre que es finito, inconcluso e inconcluible, debe percatarse
de lo eterno, y sólo por ese camino, que es el camino histórico, puede hacerlo. Esto
es algo que se encuentra en el hombre mismo. Ésa es la razón por la que hay en
general historia.
Historia y ciencia. “La Historia y ciencia. historia se puede identificar con el pensamiento sobre la historia y con la ciencia de la historia”,23 esto indica que hay que distinguir esos dos elementos sin separarlos, ya que seria una invención el conocimiento histórico sin hechos y, más aún, una agrupación sin sentido unos hechos sin conocimiento. Pero aunque la inseparabilidad no suprime la distinción, la filosofía de la historia ha actuado en dos direcciones: la formal y la material. Esta última se ha ocupado de abarcar y ordenar los sucesos históricos, y la primera, se ha encargado de investigar la formación del concepto de historia y la posibilidad del conocimiento histórico. La historia es, pues, el conocimiento del pasado humano y de la naturaleza en tanto el hombre, pues el punto común de la investigación entre las ciencias de la naturaleza y del espíritu se encuentra en el hombre. La historia involucra tanto la ocurrencia de hechos como un proceso histórico objetivo (res gestae), como el pensamiento sobre esos hechos (historia rerum gestarum), pensamiento que se hace posible mediante la conciencia crítica del historiador.
Historia y ciencia. “La Historia y ciencia. historia se puede identificar con el pensamiento sobre la historia y con la ciencia de la historia”,23 esto indica que hay que distinguir esos dos elementos sin separarlos, ya que seria una invención el conocimiento histórico sin hechos y, más aún, una agrupación sin sentido unos hechos sin conocimiento. Pero aunque la inseparabilidad no suprime la distinción, la filosofía de la historia ha actuado en dos direcciones: la formal y la material. Esta última se ha ocupado de abarcar y ordenar los sucesos históricos, y la primera, se ha encargado de investigar la formación del concepto de historia y la posibilidad del conocimiento histórico. La historia es, pues, el conocimiento del pasado humano y de la naturaleza en tanto el hombre, pues el punto común de la investigación entre las ciencias de la naturaleza y del espíritu se encuentra en el hombre. La historia involucra tanto la ocurrencia de hechos como un proceso histórico objetivo (res gestae), como el pensamiento sobre esos hechos (historia rerum gestarum), pensamiento que se hace posible mediante la conciencia crítica del historiador.
Luis Fernando Sanchez Jaramillo.
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http://www.redalyc.org/pdf/1341/134116845005.pdf
La Historia como Ciencia. (3)
SOBRE EL CONCEPTO DE HISTORIA
De Clío a la historia del hombre. Clío es la musa que representa la historia
gracias a la intelectualidad académica de Alejandría. De las nueve hijas de Zeus (rey de los dioses, padre de los dioses y de los hombres) y
Mnemosine(personificación o diosa de la memoria), musas patrocinadoras de las artes, la primera de ellas es Clío, quien es
representada por una imagen de mujer coronada de laurel y portando un rollo de
papiro en la mano izquierda. La historia es una de las pocas disciplinas que cuentan
con una musa, nadie más que ella ha compartido la naturaleza y el destino de los
hombres ya que “no hay ninguna ciencia que tenga las puertas tan abiertas al gran
público como las tiene la historia”. Que la historia tenga musa denota, en parte, la
importancia que, desde los tiempos de Herodoto, ha tenido para el hombre; sin
embargo, dado que las musas son consentidoras de las artes, se plantea de entrada
el problema acerca de si la historia es un arte, tal como creía Aristóteles o si es un
conocimiento científico. Pues bien, tendremos primero que navegar en otras honduras
antes de llegar a cualquier conclusión.
Por otra parte, enfocando el origen del término que se rastrea desde el punto de
vista epistemológico, la palabra castellana historia proviene directamente de la
correspondiente palabra griega que significa narrar, describir, explicar (esos
significados, no obstante que se pueden entender en ciertos ámbitos como sinónimos
de historia, marcan también una problemática dentro de la filosofía de la historia,
puesto que narrar, describir o explicar, pueden constituir más bien partes del proceso
del conocimiento histórico por el cual atraviesa el historiador como sujeto cognoscente
de la historia). Por eso, historia es un concepto cuya comprensión ofrece algunas
dificultades tanto en la definición como en la explicación que le han dado diferentes
autores. Se ha empleado el término historia en el sentido amplio de estudio de los
cambios sucesivos que se han producido en cualquier ámbito de fenómenos, y no
solamente en el de las cuestiones humanas; así lo que llamamos historia es
externamente lo que, en el espacio y el tiempo, acontece en su determinado lugar.
La historia, así entendida, trata de todo tipo de asuntos, humanos o no humanos, y no
tiene porqué ser pasajera, vale decir, tiene rasgos de eternidad. Hablamos, pues, de
la historia de la Naturaleza y de la historia del Hombre; a las dos es común un
proceso continuo e irreversible en el tiempo, ya que son distintas en su esencia y en
su sentido. En la historia de la Naturaleza, ésta no es consciente de sí misma, es
apenas un acontecer que no sabe de sí, sólo sabe de ella el hombre. Los procesos y
cambios evolutivos más importantes son tan impredecibles como los procesos
históricos o los cambios históricos más señalados.
Pero en la historia humana “conciencia y propósito no son factores de ese acontecer
natural”, es decir, que el hombre ha llegado a preguntarse y a saber de sí mismo
mediante la conciencia pensante en una tradición histórica ininterrumpida. La historia
del hombre la representamos, en cambio, como una pequeña parte de la historia de
la vida sobre la tierra. La historia de seis mil años que conocemos por tradición es un
proceso muy breve comparado con la larga historia, sin historia, del hombre durante
milenios. Por lo tanto la historia no existe como naturaleza, sino sobre la base de la naturaleza que en el ilimitado tiempo anterior a la historia existía y existe hoy para
soportar todo lo que somos y a partir de allí el concepto se hace ambiguo y se
restringe, como lo indica Moulines.
Es decir, que historia es un concepto que se entiende sólo a partir del hombre o de
asuntos relacionados con él, porque con respecto a las medidas humanas, la historia
de la naturaleza tiene un curso muy lento, en tanto que para la historia humana la repetición de lo idéntico constituye un aspecto central, este aspecto contradictorio
hace que la naturaleza sea ahistórica.
Luis Fernando Sanchez Jaramillo.
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domingo, 12 de julio de 2015
La Historia como Ciencia. (2)
La tarea del historiador.
En general, la historia es la tarea del historiador, su finalidad primordial consiste en determinar qué fue lo que sucedió realmente; como el historiador no pudo ser testigo de los acontecimientos pasados, entonces se ve en la obligación de recurrir a fuentes a partir de las cuales los reconstruye, sólo les son conocidos por los rastros dejados accesibles al historiador quien después inicia un trabajo lógico de razonamiento para reconstruirlos con la mayor fidelidad posible a partir de los rastros o evidencias hallados en las fuentes. El conocimiento que el historiador tiene del pasado histórico es indirecto, el conocimiento histórico se caracteriza porque sus hechos primordiales no pueden ser observados sino inferidos.La indagación histórica:
- Búsqueda de documentos.
- Clasificación y comprensión. ( después de clasificarlos busca entenderlos)
- Valorarlos como registros de hechos.
- Someter las fuentes al más riguroso examen crítico en su fuero interno y externo.
La crítica externa de los documentos ofrece de por sí una serie de dificultades que requiere el más alto desarrollo del pensamiento crítico, fruto del adiestramiento en erudición clásica, del conocimiento de técnicas paleográficas y el conocimiento idiomático, para poder determinar asuntos relacionados con la caligrafía, el idioma, la forma y la fuente del documento, entre otras.
La crítica interna, cuyo propósito es determinar las circunstancias bajo las cuales fue producido el documento, implica la dificultad de analizar qué fue lo que el autor creyó haber observado y la consecuente interpretación de los sucesos observados; el historiador se interroga si el autor del documento tuvo algún incentivo para dar una falsa representación de los hechos o si acaso se hallaba en posición que le permitiera conocerlos. En fin, así como las ciencias empíricas han crecido a partir del conocimiento del sentido común, la historia lo ha hecho a partir de la tradición; y como la ciencia es algo más que el sentido común organizado, también la historia es algo más que la tradición con conciencia de sí misma que requiere actitud crítica por parte del historiador.
Los filósofos han obtenido dos teorías diferentes del pensamiento histórico. La primera es la explicación idealista típica del pensamiento histórico, esta teoría considera que la historia es una ciencia porque ofrece un cuerpo conexo de conocimientos a los que se llegó metódicamente, pero es una ciencia de carácter peculiar que no es abstracta, sino concreta, y que termina no en conocimientos generales sino en el conocimiento de verdades individuales. La fuerza de la teoría idealista estriba en su aparente correspondencia con el hecho psíquico, es decir que, hasta cierto punto, podemos ponernos en el lugar de otras personas y penetrar en sus pensamientos y sentimientos. La segunda teoría es la positivista, según ésta, uno de los propósitos primordiales, en la mayor parte de sus formas, fue vindicar la unidad de la ciencia para demostrar que, aparte de las disciplinas puramente analíticas, todas las ramas del conocimiento que merecen su nombre dependen de los mismos procedimientos básicos de observación, reflexión conceptual y verificación. La teoría positivista excluye todo lo que tenga relación con la teoría idealista de la historia y niega la idea de que la historia sea una rama autónoma del saber.
Los primeros positivistas, herederos de Augusto Comte, entendían que la historia no era una forma de lo que ellos conocían como ciencia, pero esperaban concederle ese rango, posibilidad que se basaba en desviar la atención que tenían los historiadores de los hechos individuales a los principios que regían esos hechos, pasando de esa manera a la formulación de leyes de la historia. Al hacer esto la historia ascendería al nivel científico y se igualaría a la sociología. La teoría positivista, en su sus últimas formas, no ve nada de particular en el hecho de que el historiador se interese por los hechos particulares y sostiene que la comprensión histórica implica exactamente la misma referencia a verdades generales que se hacen en todo razonamiento deductivo.
La crítica a estas dos teorías permite vislumbrar que la historia no puede considerarse como una fuente extra científica de conocimientos, la historia constituye una forma respetable de conocimiento.
Luis Fernando Sanchez Jaramillo.
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La Historia como Ciencia. (1)
Luis Fernando Sanchez Jaramillo.
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Resumen.
La historia es el conocimiento de lo que sucedió en el pasado, en tanto el historiador, como sujeto cognoscente en la historia, tiene el propósito de buscar en el pasado respuestas a inquietudes presentes. A pesar que todos los hombres hacemos referencia al pasado, eso no basta para delimitar la actividad del historiador de la de otros porque al interiorizar un acontecimiento remoto sólo se capta el hecho histórico, pero analizarlo y clasificarlo es hacerlo objeto de estudio científico. Los problemas que tienen relación entre el historiador y la historia son de orden epistemológicos tal como ¿Cuál es la posibilidad de la historia como ciencia? sin descartar otros problemas ontológicos o metodológicos. Este artículo examina algunos de esos problemas y, en particular el relacionado con el trabajo científico del historiador, vale decir la posibilidad
de la historia como ciencia.
Introducción.
Problemas en torno al conocimiento histórico. Historia es un término que se ha definido de múltiples maneras, pero todas las definiciones coinciden en que se trata de un tipo de inquisición o de investigación sobre hechos acaecidos en el pasado, es el registro de las acciones realizadas por los hombres. Por su parte, el sujeto cognoscente de la historia es el historiador, su propósito es conocer el pasado, es buscar en él respuestas a sus inquietudes presentes; ahora bien, en el proceso de conocer cualquier objeto, el hombre común, tanto como el historiador, en tanto sujetos cognoscentes, recurren al pasado cercano o al pasado remoto, para conocer los actos más simples y los más complejos de su presente. La afirmación sugiere que todos los hombres hacemos una referencia al pasado, si esta afirmación es cierta, entonces cabe preguntarnos ¿quién puede ser historiador? ¿cuáles son las motivaciones que tiene el historiador al estudiar el objeto de la historia? ¿cuál es el límite más allá del cual una persona se convierte en historiador? y en tal caso ¿cómo distinguir la tarea de un historiador de la actividad histórica, como referencia al pasado, de los demás hombres no historiadores que se dedican a buscar otro tipo de conocimiento?
Estos problemas son epistemológicos, por cuanto conciernen primariamente a la relación sujeto cognoscente - objeto conocido en el campo de la historia, que en general plantean cuestiones tales como: ¿es el conocimiento histórico un conocimiento de leyes? ¿es un conocimiento inmediato fundado en alguna forma de experiencia humana? ¿es el material histórico fundamentalmente conceptualizable o simplemente intuible? ¿hay en la historia categorías? ¿es la historia una ciencia natural? ¿qué es la verdad histórica y cómo difiere de otras concepciones acerca de verdad? ¿se refieren los juicios históricos solamente a individuos o, bien, a alguna clase de universales? ¿son las pretendidas regularidades históricas diferentes de las leyes naturales?
Los anteriores problemas no agotan los llamados métodos de la historiografía; tales como la crítica de las fuentes y otras cuestiones, éstos no son considerados propiamente filosóficos, pero sí son los relacionados con los posibles métodos de presentación, organización y justificación racional del material histórico (inducción, deducción, descripción, clasificación, etcétera), problemas en gran medida epistemológicos.
jueves, 9 de julio de 2015
miércoles, 8 de julio de 2015
Categorías de Análisis Temporal en Historia.
CATEGORIAS DE ANÁLISIS TEMPORAL EN HISTORIA:
CHRÓNOS - KAIRÓS
Alberto CEBALLOS HORNERO
Universidad de Cantabria
David CEBALLOS HORNERO
Universidad de Barcelona
ceballos@eco.ub.es
Resumen
En la civilización clásica griega, base del pensamiento actual, la idea de tiempo se concibió bajo la oposición entre Chrónos, sucesión temporal que dura, y Kairós, entendido como instante fugitivo que hay que atrapar en el momento para aprovecharlo. El eje temporal en la narración histórica viene representado por la noción de Chrónos, pero esta sucesión relacional se complementa con Kairós, esto es, con el análisis de cada acontecimiento histórico en el momento favorable en que ocurrió.
Introducción
En el presente artículo analizamos la unidad temporal utilizada por los historiadores. El historiador a la hora de definir categorías temporales de trabajo se enfrenta a dos problemas: la cronología y la periodización.(1) La cronología consiste en la localización de acontecimientos según una convención de ordenación temporal, mientras que la periodización supone la diferenciación de etapas en la evolución histórica de una sociedad. En lo referente a la cronología, el tiempo es codificado mediante calendarios y relojes; es decir, es un tiempo definido y creado por la Sociedad. En cambio, en la periodización se definen duraciones físicas o distancias numéricas entre fechas. La periodización es subjetiva, dado que depende de cada investigador la ordenación de la materia histórica. Por contra, la
cronología se basa en una convención reconocida por todos. En nuestro estudio tratamos de aproximarnos a las categorías de análisis que hay detrás de esta convención temporal.
El tiempo en la Ciencia Histórica tradicionalmente se materializa en la narración; es decir, se entiende como sucesión y relación de acontecimientos y como la duración de los mismos. Estas características quedan simbolizadas en el mito griego de Chrónos. En cambio, la descripción del acontecimiento puntual y la oportunidad que implica se plasman en la idea griega de Kairós. (2) Nuestro estudio se centra en el análisis de estas dos categorías temporales, con el objetivo de evidenciar la utilidad del infravalorado instante como nivel complementario de trabajo. Para ello hemos estructurado el artículo en tres apartados: en primer lugar, revisamos “cómo” se ha concebido el tiempo a lo largo de la Historia; en la segunda parte, examinamos la trilogía griega en la deificación del tiempo; y finalmente, evidenciamos la presencia de Chrónos y Kairós en el relato histórico y su interpretación.
Tiempo e Historia
Los especialistas en Metodología Histórica han remarcado la importancia del tiempo
en la narración histórica.(3) Así, por ejemplo, Marc Bloch definía la Historia como “la ciencia
de los hombres en el tiempo”. (4) Según Fernand Braudel “para el historiador todo comienza y
termina por el tiempo, un tiempo matemático y demiurgo [...], un tiempo que parece exterior
a los humanos”.(5) Ciro F.S. Cardoso sostiene que “el tiempo que interesa a los historiadores es
el de los humanos en su organización social”.(6) En definitiva, como concluye Pelai Pagès, “la
duración y el movimiento (sucesión) son los aspectos que interesan al historiador del
tiempo”.(7)
La noción de tiempo ha estado presente en todas las civilizaciones, generalmente bajo
forma cuantitativa, es decir, medido mediante calendarios y/o relojes.(8) Su conceptualización
en la civilización Occidental ha pasado por diversas etapas:
- En las primitivas culturas Indo-europeas se divinizó el tiempo otorgándole una representación material (Zurvan, Heh, etc.) y relacionándolo con el movimiento cíclico y con el orden cósmico.(9) Los primeros sistemas de medición del tiempo (calendarios) arqueológicamente constatados han aparecido dentro de sociedades sedentarias y agrícolas, lo que se ha explicado en función de su necesidad de prever los cambios estacionales del clima y los ciclos biológicos de la Naturaleza.(10)
- Las corrientes filosóficas dominantes en la Época Clásica (profetas del Antiguo Testamento, Zarathustra, Confuncio, Buda, filósofos grecorromanos11) aportaron un nuevo aspecto a la idea de tiempo al considerarlo una entidad sobre la cual poder discutir (primeras definiciones de tiempo).12 Así, por ejemplo, Aristóteles, el filósofo griego que más estudió el problema del tiempo, lo definió en Física IV, II, 220a como el número del movimiento según el antes y el después (χρóνoζ αριθμóζ εστι κινησεωζ κατα τò πρóτερoν και υστερoν), esto es, como un continuo numerable.(13)
- Tras la decadencia del modelo de la civilización ateniense, cultivador de la Filosofía, y con la expansión de la religión cristiana monoteísta y excluyente, el tiempo fue perdiendo su condición divina, subsistiendo únicamente como una percepción, reflejado en Artes como la pintura (permanencia de la imagen), la música (orden de la melodía) o la escritura (sucesión de hechos). En este contexto, la noción temporal, de reflejar el eterno retorno y de ser un exponente del orden cósmico y social, es decir, una permanencia universal, pasa a ser considerada una sensación personal y una finalidad entendida como una dirección que conduce hacia la muerte y/o la eternidad, a saber, un tiempo lineal concebido individualmente.(14) Ejemplo de este tiempo personal es la percepción de su paso por medio del rezo de tal o tantas oraciones (maitines, vísperas, etc.) en las comunidades religiosas.
- Posteriormente, en el siglo XVI, con el nacimiento y expansión de la disciplina científica de la Mecánica, retorna de nuevo el predominio de la medida del tiempo sobre su percepción. No obstante, ahora su medida se realiza a través de una unidad abstracta tal es la marcada por los relojes mecánicos, los cuales irán creciendo en precisión y regularidad. Dicho tiempo abstracto influye en la organización de la Sociedad definiendo los ritmos y los hábitos de las personas, cuales turnos de trabajo, horarios de comidas, etc.(15) La búsqueda de una mayor precisión, propia del paradigma científico moderno, condujo a la equiparación del tiempo con su medida, culminando con la invención de los relojes atómicos con generador cuántico, cuyo error de medida se estima en un segundo cada mil millones de años y cuya precisión alcanza hoy en día valores de 10-24 segundos (reloj atómico de Cesio-133).(16)
- Desde las postrimerías del segundo milenio se aprecia la consolidación de una nueva concepción del tiempo donde se tiende a definir el mismo de una forma más biológica y humana la cual permita recoger de manera rigurosa por un lado las características y los signos de su percepción por los seres vivos y por otro lado las huellas que va dejando a su paso tales como la irreversibilidad, la diferencia entre pasado-presente-futuro, la unidireccionalidad, etc., y no sólo su medida.(17) Esta nueva noción de tiempo es fruto de los avances que se han producido en Ciencias como la Termodinámica, donde los procesos son unidireccionales en el tiempo, o la Física Cuántica, dedicada al estudio de los microprocesos y de la dinámica de las partículas, y en el intento de ciertos pensadores de separar el tiempo de las otras dimensiones físicas como por ejemplo Henry Bergson.(18)
- La explicación de los hechos sobre la base de o siendo la causa de los mismos el Mito, durante el primer milenio a.C..
- La Religión o Dios como primera causa de todo, hasta el año 1.000 de nuestra era.
- La Ciencia y las Matemáticas como resultado del proceso cuantitativo a que induce el manejo y generalización del Dinero, desde el siglo XI al XIX-XX
- La PostModernidad o el signo basado en la virtualidad del Dinero Financiero, donde ya no se opera con entidades físicas, en la actualidad.
De esta manera, desde los albores de la civilización hasta la crisis del Imperio Romano prevaleció el relato mítico en la interpretación del tiempo; posteriormente, en la Europa cristiana el Mito es sustituido por la Religión; el tercer estadio está marcado por una visión mecanicista y numérica del tiempo, uno de los precursores fue Guillermo de Ockham; y finalmente, en la actualidad la representación temporal está caracterizada en el imaginario colectivo por la subjetividad y por la singularidad de forma que se convierte en una superposición sincrónica de las percepciones individuales.(20)
Todas estas etapas, o si se quiere situaciones, por las que ha pasado, está pasando y seguramente seguirá pasando la noción de tiempo, teniendo en cuenta que es un concepto que parece negarse a una sistematización definitiva y total,(21) han influido en la Ciencia Histórica.
De este modo, en la actualidad la Ciencia Histórica narra el Pasado de la Humanidad cual reflejo de los acontecimientos que se han “vivido” socialmente, es decir, poniendo el énfasis en la sucesión más que en el instante, y los cuales son organizados según un orden de ocurrencia marcado por el calendario y el reloj. En la Sociedad de los últimos siglos prevalece una noción abstracta del tiempo (tiempo del reloj), lo que se ha traducido en una ordenación temporal de todo hecho, y asimismo, en una visión de sucesión de dichos acontecimientos ordenados. En otras palabras, el investigador pone el énfasis en el período y en la duración más que en el instante. Todo ello se puede interpretar como una de las razones por las que la Historiografía analiza el Pasado desde la causalidad, buscando una explicación para todo hecho histórico que lo relacione con los anteriores y con los posteriores
cronológicamente, más que su descripción. Es decir, el historiador realiza una interpretación
racional del Pasado, donde las relaciones que se establecen constituyen la Memoria de cada época en tanto que se analizan como la influencia de los acontecimientos pasados sobre el o los estudiados. Además, aquello que no es posible vincular lógicamente con su entorno temporal cercano se tiene por una falsedad, o bien por un error, o bien por un hecho ajeno al proceso de evolución humana que refleja la Historia. Por consiguiente, se niega en parte la libertad de decisión y de acción humanas, por cuanto que las decisiones y acciones han de ser racionales siguiendo un orden causal, como si estuvieran determinadas por el entorno social e histórico de los períodos en que se tomaron.
De todo lo anterior se constata que la unidad temporal de trabajo que usualmente utiliza y acepta el historiador es el período, o sea, el tiempo considerado bajo la forma de sucesión y duración. Así pues, el tiempo empleado en la investigación histórica es el cronológico o la correcta datación para la ordenación y narración de los acontecimientos,(22) un tiempo común y exógeno a los historiadores.(23) Este marco temporal coincide con la idea latente en el dios griego Chrónos. Frente a esta categoría temporal se encuentra Kairós o momento favorable, el cual tradicionalmente ha sido marginado por influencia del pensamiento Occidental. Influencia que ha estado fundamentada en las creencias cristianas en las que Dios revelaba los capítulos decisivos (momentos y oportunidades).(24)
Aión, Chrónos y Kairós
La civilización grecorromana es la base del pensamiento Occidental; por consiguiente, el estudio de las ideas de dicha cultura referentes a la expresión del tiempo resultará enriquecedor para comprender las raíces de las teorías históricas actuales.
Anteriormente hemos expuesto que durante la Época Clásica se recurrió a la Mitología para la explicación de los fenómenos y conceptos. Pero, por más que la Mitología sea casi en su totalidad un tejido continuo de fábulas, no por ello deja de poseer una utilidad incontestable a la hora de aclarar la mentalidad o cosmovisión en el mundo antiguo y por ende el imaginario colectivo actual (memoria).(25) De este modo, los mitos continúan vivaces en el imaginario colectivo, inspirando nuevas y renovadas interpretaciones de nuestro mundo espiritual e intelectual (Sigmund Freud, Carl G. Jung, ...).(26)
La cultura griega clásica conceptualizó una trilogía divina para introducir y expresar
el término de tiempo:(27)
1) Aión, dios del tiempo absoluto y perfecto que representa la eternidad.
2) Chrónos, dios del tiempo en tanto que dimensión empírica, o sea, su medida.(28) Por
ello es móvil, limitado e imperfecto, o en palabras de Platón (Timeo 37) es sólo la
imagen de la eternidad.
3) Kairós, como el momento favorable (la oportunidad), no regular.
Aión representaba en un principio el tiempo de vida, y por extensión, la duración de ésta; pero terminó por designar la eternidad, la duración sin principio ni final como totalidad simultánea de todos los tiempos. Esta identificación de Aión con la eternidad ya está presente en la obra de Heráclito.(29) Santo Tomás distinguió tres dimensiones temporales: de un lado, la Eternidad, donde está Dios al no tener ni comienzo ni fin; por otro lado, la Duración, donde están los espíritus que teniendo principio no tienen fin; y finalmente, el Tiempo, donde están los fenómenos físicos que tienen un inicio y un final.(30) Así pues, la Eternidad es una presencia simultánea y no sucesiva, es decir, no queda definida por la enumeración de sus partes,(31) por lo que es transcendente o está más allá del tiempo. Teniendo en cuenta este aspecto, los griegos la concibieron como un tiempo perfecto frente a su imagen (Chrónos) caracterizada por ser un tiempo imperfecto o una presencia sucesiva. La relación entre ambos es la misma que la del espejo con la imagen que se refleja, de manera que Aión y Chrónos (espejo e imagen) se necesitan para existir el tiempo. Dadas las ideas asociadas a este personaje mítico, Aión fue personificado bajo dos formas diferentes en la Antigüedad: por un lado, un viejo, señor del tiempo, de lo inmutable (eterno) y perfecto, y por otro lado, como un joven sosteniendo un zodíaco a través del cual circulaban las estaciones (movimiento cíclico que simbolizaba la perfección del movimiento).(32)
Chrónos (Saturnus en el panteón romano) personificaba, en cambio, el tiempo cronológico, de la sucesión ordenada (lo que miden los relojes). Era el dios del envejecimiento. Según la Mitología griega nació de la Tierra y del Cielo, provocando la separación definitiva entre lo divino (Cielo) y lo terrestre (Tierra) al impedir que la unión entre éstos fuese fecunda de nuevo mediante la castración de su padre.(33) Con ello se dio paso al orden cósmico frente al caos primigenio. Chrónos tras castrar a su padre se erigió en soberano y juez de los mortales que poblaban la Tierra, pues, como dios del tiempo, veía todo lo pasado y lo venidero, repartiendo y equilibrando suerte y fortuna.(34) En este contexto, fue concebido como un rey sabio bajo cuyo mandato predominó la abundancia y la justicia. Por ello, esta divinidad solía ser representada con aspecto de un anciano, o al menos de una persona adulta, y siempre en una postura pensativa.(35) Chrónos fue derrocado a su vez por su hijo Zeus, lo que supuso según la Mitología griega el fin de la armonía, del orden y de la supremacía de los dioses sobre los humanos.
El término Chrónos fue utilizado por Homero para designar un cierto intervalo de tiempo,(36) pero posteriormente alude a todas las duraciones finitas, de tal manera que acabó denominando la sucesión en su más abstracta universalidad. Así pues, era un tiempo que se caracterizaba por lo móvil, lo finito y lo imperfecto, y era considerado por los filósofos griegos como una copia de Aión.(37) Es el tiempo que se puede numerar, o sea, medir por un reloj. Chrónos significaba el tiempo común de los humanos, con un principio y un final; es la idea científica y lógica del tiempo que siglos más tarde asumió la Ciencia como concepto temporal. Por consiguiente, representaba la extensión al concebirse como unidad temporal del período (mensurable y numerable) y de la sucesión (argumentación, causalidad y explicación). Pero también, Chrónos era la personificación de la noción de tiempo como el factor oscuro del orden universal (38) y hubo quien lo identificó con el Éter al ser único.(39)
Por otro lado, y frente al tiempo representado por Chrónos, los antiguos griegos utilizaban la palabra Kairós para denotar el momento favorable o la oportunidad idónea. Por Kairós los antiguos griegos entendían un intervalo de tiempo relativamente breve; pero no era el instante o presente actual (nyn) del que manan Chrónos y Aión,(40) sino el momento adecuado o favorable. Kairós era el “punto justo” para Homero, rodeado de cierta aureola ética para Hesiodo.(41) En la Grecia Clásica era asociado a la primera cualidad del atleta, esto es, aprovechar la oportunidad para vencer.(42) Por otro lado, para Platón (Nomoi IV, 709, b7)
Kairós estaba relacionado con la aritmética y la geometría, indicando el ideal de “valor medio”, la moderación o el equilibrio. Este es el tiempo de las intenciones y de los fines en la terminología del filósofo E. Jaques.(43) Es el tiempo de la actividad humana, de las decisiones, dado que Kairós tiene que ver con kainos: lo nuevo, la innovación.
A diferencia de Chrónos y Aión, Kairós no tiene un paralelo perfecto en la Mitología romana. De este modo, la Fortuna (Tyché) podía representar algo favorable o desfavorable y la Ocasión (Occasio) es la mera oportunidad ligada a la casualidad que siempre va acompañada por el Arrepentimiento (Metánoia).(44) También se diferenciaba del Azar y de la Casualidad en tanto que el momento propicio o la oportunidad temporal no tiene por qué depender de la suerte. No obstante, su traslación más directa en la Mitología romana es la diosa Occasio.
Kairós se caracteriza por cuatro rasgos:(45)
1) Su rareza y excepcionalidad. Es fugaz y pasajero, presentándose de improvisto, además de ser único e irrepetible. Kairós nunca es presente, pertenece al pasado o al futuro. Esto provoca que no tenga medida; cada ocasión tiene su propia medida en palabras de Cicerón.(46)
2) No pertenece al mundo exterior de la Naturaleza ni al mundo interno del alma, sino que se sitúa en la frontera. Kairós se refiere tanto al tiempo como al espacio, a una situación. Por tanto, Kairós es el tiempo del acontecimiento.
3) Es algo favorable o idóneo para la decisión, para la acción. Se relaciona con la vida práctica, ya que hay que saber aprovechar el momento y no dejar pasar la ocasión, ni actuar a destiempo, para alcanzar el objetivo perseguido.
4) El momento favorable no es causal ni argumentativo. Por ello, pese a que la Ética (de donde deriva la Ciencia Económica) sea la “ciencia de la oportunidad”, sobre Kairós no se puede hacer Ciencia puesto que no es regular, y por tanto, sólo cabe la opinión acerca de él.
No está clara la consideración divina de Kairós, a diferencia de la de Chrónos y de Aión, ya que sólo se conservan dos referencias a aquél como dios: el poeta Ion de Quíos afirmó que era hijo de Zeus, y Pausanias refirió la existencia de un altar en su honor muy cerca de la entrada al estadio de Olimpia.(47)
El arquetipo de la imagen de Kairós era el de un adolescente masculino esquivo, alado, calvo y/o con un característico mechón de pelo a modo de largo flequillo, que corre, sobre ruedas o con pies alados, y que sostiene una balanza desequilibrada con su mano izquierda.(48) Estos rasgos reflejaban la concepción del momento favorable como un hecho que sólo ocurre una vez (adolescente virginal), que era inútil tratar de retenerlo (corre sobre ruedas o con pies alados), difícil de atrapar (sólo por el flequillo delantero) y que una vez pasado ya no se puede recuperar (es calvo por el cogote para no poder ser atrapado una vez que ha pasado). Calístrato (Descripciones 6,4), comentando la estatua de esta divinidad sita en Sición, lo expresa en los siguientes términos: “Nos pareció francamente una maravilla; además, uno de nosotros, gran sabio en arte y conocedor de cómo descubrir las maravillas de la técnica de los artistas, nos hizo el razonamiento de los recursos empleados, explicándonos
la oportuna técnica observada en esta obra. Según él, las alas de los pies están ahí para indicar la agudeza y mostrar que, recorriendo la eternidad, lleva consigo las estaciones; en cuanto a su joven belleza indica que la belleza es siempre oportuna y que la oportunidad es el único artífice de la belleza, y además que todo lo marchito queda fuera de la naturaleza de lo oportuno; en cuanto al cabello bajando por la frente, indica que así como es fácil de coger cuando se acerca, una vez que se ha ido y el momento idóneo para las acciones ya ha pasado, una vez desdeñada pues, ya no es posible volver a atrapar a Oportunidad”.(49)
Figura 1. Kairós.
Chrónos y Kairós aplicados a la Historia
Expuesta la representación del tiempo en la Mitología de la Grecia Clásica, veamos ahora la aplicación de las categorías temporales simbolizadas por Chrónos (tiempo de la sucesión) y por Kairós (tiempo de la situación) en el relato histórico.
La Historia afronta desde sus orígenes como ciencia el problema del tiempo, intentando diferenciarse del relato mítico. Así, frente al tiempo de los dioses aparecen el tiempo de los hombres (de la polis) y el tiempo de la Naturaleza (de la physis).(50) En el Mito el tiempo se equiparaba con su deificación, siendo el mismo tanto en lo natural como en lo social. Pero, desde el logos el orden de la polis es creado por los humanos (efímero y cambiante) y por ello diferente del tiempo biológico de la Naturaleza. Se trata de un tiempo social, de un tiempo inventado que terminará identificándose con el reloj, de un tiempo abstracto y externo al individuo (no biológico), pero que marca sus pautas sociales.
El tiempo social es duración y sucesión, donde todo queda ordenado cronológicamente, por lo que puede identificarse con la idea griega de Chrónos. Éste es el tiempo utilizado por el historiador en su interpretación del Pasado, una vez superado el problema diltheniano de la consideración de los hechos históricos como singulares en una sucesión rectilínea.(51) En dicha superación, el historiador utiliza un tiempo abstracto e independiente (el del reloj), que, como una escala universal y externa a la Naturaleza, ordena temporalmente todos los hechos e informaciones analizados, estableciendo un vínculo de sucesión entre ellos a partir de la cual el historiador infiere unas relaciones causales
(Memoria) que dan lugar a la argumentación y a la explicación histórica del Pasado. Por ello, el historiador trabaja con relaciones mentales en su interpretación y análisis temporal de la Historia; pero, son relaciones cuantitativas en tanto que reflejan la localización de los hechos en una escala numérica (fecha) y su duración o repercusión a lo largo del tiempo, ordenando de esta forma los hechos según una relación de “menor que” respecto a su posición en la línea temporal y a su duración. Así pues, el historiador trabaja usualmente con el período, dado que en el instante sólo se sitúa un hecho con lo cual no se puede relacionar con otros para emitir un análisis.
Sin embargo, el período es insuficiente para captar toda la significación del Pasado, puesto que margina el instante, en el cual ocurre el acontecimiento. Esto nos remite a la idea griega de Kairós, puesto que la relevancia de los hechos históricos está en que ocurrieron en el momento o situación idónea para que tuvieran consecuencias en el Futuro y no fueran pasto del olvido.
La unidad temporal de trabajo que se define a partir del mito griego de Kairós es el momento favorable, es decir, el instante comprendido como tiempo en que la ocurrencia de un hecho adquiere relevancia histórica porque es posible relacionarlo objetivamente con otros acontecimientos pasados y posteriores, y de esta forma, el historiador logra establecer un sentido, una interpretación y una descripción del Pasado. En cada momento son posibles innumerables acciones y decisiones humanas, pero sólo unas pocas se ven favorecidas por la idoneidad de las mismas respecto a la tendencia que marca la sucesión de hechos pasados y su influencia en acontecimientos futuros, debido a la arbitrariedad y libertad de las decisiones y acciones humanas que construyen la Historia. No obstante, la categoría de análisis personificada por Kairós, que consiste en la ubicación de la situación propicia de cada decisión y acción para que forme parte de un proceso con repercusión en la evolución de la
Humanidad, requiere además de una profundización en la descripción del acontecimiento para conocer el sentido de esta idoneidad del hecho histórico.
La categoría de instante favorable adquiere su mayor significación como marco de análisis en el estudio de los momentos decisivos o difíciles, de los momentos de crisis, que además de ser arriesgados en términos de decisión, implican una oportunidad por la ruptura que suponen con la Memoria o inercia del Pasado sobre el Futuro cercano.
Sin embargo, la introducción del análisis del instante en el relato histórico conlleva el
inconveniente de que se pierde el carácter numérico, ordenable y mensurable que caracteriza
el período. Ahora bien, mediante la categoría temporal simbolizada por Kairós también se
evita el problema de la imposibilidad diltheniana de la interpretación histórica. Para Wilhelm
Dilthey desde el Presente no se podía interpretar ni conocer el sentido de los hechos pasados
teniendo en cuenta que éstos son irrepetibles e independientes. Pero, bajo la óptica de Kairós
el momento histórico tiene su propia medida, la cual es inferida por el historiador sobre la
base de la profundidad de la descripción del acontecimiento y de su relevancia para la
Humanidad establecidas por aquél. Ello provoca que la situación histórica, a diferencia del
marco del período, no sea medida por un tiempo abstracto e independiente del acontecimiento, sino que el historiador establece la justa medida de cada acontecimiento, lo que permite a su vez su análisis desde el Presente, y por ende, superar también el dilema diltheniano. Pero, como se comentó en el apartado precedente, el momento favorable no es científico ni regular; por tanto, no se pueden establecer relaciones (causales) respecto al mismo, aunque sí descripciones “verticales” respecto a la línea temporal (sincrónicas) de los acontecimientos que ayuden a su estudio, con el objetivo de complementarlo después con la interpretación histórica de la explicación “horizontal” (diacrónicas) de las relaciones causales, del Pasado al Presente (Memoria), y de la inferencia inversa, del Futuro al Presente (Idoneidad).
figura 2. No hace al tema de la cátedra, puede verse en su formato original.
La categoría temporal representada por Kairós supera también la crítica de los Annales acerca de la corta duración o tiempo del periodista. El tiempo del cronista se centra en la singularidad del acontecimiento, sin relacionarlo con fenómenos estructurales de más larga duración, lo cual carece de sentido historiográfico para Fernand Braudel.52 No obstante, como hemos indicado, la unidad temporal del momento favorable es complementaria del período y, por tanto, no excluye del relato histórico los fenómenos estructurales ni las relaciones temporales. La unidad temporal definida por Kairós tampoco se reduce a un simple “flash cronológico” en forma de recuerdo o eco en función de la importancia que le otorgaron entonces los medios de comunicación, ya que cada momento favorable tiene su propia medida, la cual no depende de su valor periodístico. Por otro lado, hay quien ha destacado el simbolismo del acontecimiento por su dimensión y significación,(53) pero es el
carácter de idóneo o adecuado lo que confiere importancia al hecho histórico en cada momento. Además, el concepto de Kairós supera el miedo a la corta duración manifestado por Fernand Braudel al ser la más caprichosa y la más engañosa de las duraciones, gracias a su interpretación de ruptura entre Pasado (Memoria) y Futuro (Expectativas) mediante el término de oportunidad.
Dentro de este contexto de trabajo con una dualidad temporal se enmarca la teoría del filósofo E. Jaques, quien traslada la idea griega de los seres mitológicos de Chrónos y Kairós a una bidimensionalidad del tiempo, de manera que Chrónos representa el eje de la sucesión
(cronología) y Kairós el eje de la intención (momento favorable, oportunidad).(54) De este
modo, se pasa del Universo físico tetradimensional (longitud, altura, profundidad, y tiempo
considerado como Chrónos) a uno pentadimensional, donde momento y duración están
representadas como dos dimensiones independientes. El eje de la intención es el tiempo o
bien en el que se propone una acción o bien en el que se establece la dirección de los objetivos, mientras que el eje de la sucesión es el del reloj o el del calendario, es pues el tiempo de la reconstrucción histórica (datación). El primer eje de E. Jaques es asimilable a la serie B (pasado-presente-futuro) del notorio pensador J. McTaggart, progresión dinámica de la vida donde se decide y actúa, mientras que el eje de la sucesión se corresponde con la serie A (antes-después), donde se matematiza o numeriza el tiempo con la congelación de los instantes para su comparación y relación.(55)
Figura 3. No hace al tema de la cátedra, puede verse en su formato original.
Conclusión
El marco temporal es el eje de cualquier investigación histórica. En este artículo hemos analizado la noción de tiempo presente en el relato histórico, que se puede concretar en dos grandes categorías de análisis: el período, asimilable con el antiguo dios griego Chrónos, y el momento favorable, asimilable con Kairós. El período practicamente ha monopolizado la categoría temporal de trabajo del historiador, siendo la unidad del instante, si se considera como sustitutiva del período, criticada por su invalidez. Nuestro objetivo ha sido mostrar que el instante se puede tener presente como unidad temporal de trabajo complementaria del período en el relato histórico a través de la idea de Kairós como momento favorable. La unidad de trabajo de tiempo histórico como período es una escala cronológica abstracta que señala el orden y la duración de los acontecimientos, la cual debe
complementarse además con el análisis del instante. De este modo, la interpretación causal y
sucesiva de la Historia se amplía con una descripción de los hechos en el momento favorable
para la ocurrencia de los mismos; lo que posibilita no sólo la formación de relaciones entre
hechos diacrónicos por el historiador, sino también la comprensión del sentido y la importancia del hecho en el instante en que ocurrió por su idoneidad dadas las posibles relaciones que se podían establecer. De esta manera, con la introducción de la categoría del instante favorable el historiador puede obtener una concepción del tiempo más provechosa en su trabajo, en cuanto que su relato no está condicionado por la Memoria del entorno de cada época y puede vincular la narración a las novedades de los acontecimientos futuros.
Por otro lado, quisiéramos concluir este escrito señalando que el análisis realizado puede ser útil en otras disciplinas sociales como la Ciencia Económica, donde el problema de la “toma de decisiones” no es analizable satisfactoriamente solamente desde una escala cronológica y abstracta a través de la cual poder establecer relaciones causales (período), sino que el momento favorable tiene gran importancia en las acciones, sobre todo a la hora de valorarlas porque las mismas no son una simple sucesión ordenada, sino que representan las posibles elecciones individuales de los agentes económicos sin una total dependencia (Memoria) de otras decisiones tomadas en el pasado por otros agentes económicos. De esta manera, nuestro estudio enlaza con las ideas que sobre el tiempo económico defendía G.L.S. Shackle, quien primaba la importancia del momento en la toma de decisiones sobre la extensión, duración u horizonte temporal de las acciones que se derivaran de aquéllas, por cuanto que la novedad y la creatividad son lo que añaden valor económico a la idea, y las mismas se sitúan en el momento favorable o idóneo.(56) Pero esta novedad y oportunidad
añadidas implican la existencia de una incertidumbre volitiva (sobre la decisión) y no únicamente una incertidumbre epistémica (sobre el conocimiento), propia de las relaciones Pasado-Presente (Memoria).(57)
Referencia bibliográfica:
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2
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3
Pagès, P.: Op. cit., págs. 241-252.
4
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5
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20 Koselleck, R.: Futuro pasado. Barcelona, 1993, págs. 14-16.
21 Fontana, A. et alii: El tiempo y los grupos. Buenos Aires, 1977.
22 Koselleck, R.: Op. cit., pág. 14.
23 Braudel, F.: Op. cit., capítulo II.
24 Jaspers, K.: Op. cit., págs. 20-21.
25 Frenzel, E.: Diccionario de argumentos de la literatura universal. Madrid, 1976.
26 García Gual, C.: “Los mitos griegos y su proyección literaria” [Curso Magistral de la Universidad
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27 Campillo, A.: Op. cit.
28 Abad Casal, L.: “Horae, tempora anni y la representación del tiempo en la antigüedad romana”. Anas, nº 7/8,
1994/95, pág. 81.
29 Campillo, A.: Op. cit., pág. 40.
30 Piettre, B.: Philosophie et science du temps. París, 1994.
31 Borges, J.L.: Historia de la Eternidad. Buenos Aires, 1953.
32 Le Glay, M.: Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae (LIMC). Vol. I, 1980, págs. 409-411.
33 Bonnefoy, Y. [dir.]: Diccionario de las mitologías. Vol. 2, 1996, págs. 100-101 y 358-359.
34 Conti, N.: Mitología. Murcia, 1988.
35 Daremberg, M.C.; Saglio, E.: Dictionaire des Antiquités Grecques et Romaines (DAGR). 1969 y ss., vol. 3(1), págs. 1084-1090.
36 Campillo, A.: Op. cit., pág. 39.
37 Campillo, A.: Op. cit., págs. 45-46.
38 Daremberg, M.C.; Saglio, E.: DAGR, pág. 1084.
39 Conti, N.: Op. cit., pág. 122.
40 Campillo, A.: Op. cit., págs. 58-60.
41 Moreno, P.: LIMC. Vol. V., págs. 920-921.
42 Daremberg, M.C.; Saglio, E.: DAGR, pág. 787
43 Jaques, E.: La forma del tiempo. Barcelona, 1984.
44 Moreno, P.: LIMC, pág. 920.
45 Campillo, A.: Op. cit., págs. 60-69.
46 Campillo, A.: Op. cit., pág. 60.
47 Daremberg, M.C.; Saglio, E.: DAGR, pág. 787.
48 Moreno, P.: LIMC, págs. 922-926.
49 Traducción de Francesca Mestre: Calístrato. Descripciones, Biblioteca Clásica Gredos nº217, Madrid, 1996, págs. 374-375.
50 Campillo, A.: Op. cit., pág. 38.
51 Fortuny, F.: “El Tiempo y la Historia I: tiempo del historiador, tiempo del filósofo”. Acta Historica et Archeologica Mediaevalia, nº 19, 1998 págs. 322-323.
52 Braudel, F.: Op. cit., págs. 60-106.
53 Pagès, P.: Op. cit., pág. 246.
54 Jaques, E.: Op. cit., págs. 124-127.
55 Ferrater Mora, J.: Op. cit., págs. 3501-3502.
56 Shackle, G.L.S.: Time in Economics. Amsterdam, 1983.
57 Ponencia de D. Ramírez Sarrió en el IV Seminari de doctorat en Finances de la Universidad de Barcelona [Documentación del curso], 2000-01.
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